martes, 5 de noviembre de 2013

El otro, el infiltrado


La fascinación por ser otro quizá esté en la base de la atracción que despiertan las historias de espías. Aunque pueden seguir varias narrativas -por ejemplo, hubo un post antiguo sobre El topo, película y antes novela de John LeCarré sobre la misión encomendada a un espía de limpiar de topos el servicio secreto inglés y que yo relacionaba con la narrativa de los trabajos de Hércules- creo que cuando resultan más fascinantes es cuando se centran en la vida del espía como infiltrado, alguien que asume una identidad nueva para cumplir una misión, colocándose con ello en una situación paradójica: cuanto más se mimetice con el entorno -es decir, cuanto más se parezca al enemigo, que lo es, precisamente, por ser diferente- más probabilidades tendrá de llevar a cabo su misión y escapar ileso. En general creo que más que la vida del espía, es la vida del infiltrado la que resulta fascinante sobre todo cuando la historia, más que en peripecias rocambolescas, se centra en el problema de identidad del infiltrado. Parece otro, pero sigue siendo el mismo... por dentro. Ahora bien, “dentro” y “fuera”, “hábito” y “monje”, identidad y apariencia en suma, no tienen una línea de puntos clara por la que podamos cortar. Por eso el precio que paga el infiltrado es el riesgo de que a base de parecer otro termine siendo un poco otro o termine no sabiendo bien quién es. Hubo una estupenda pelicula de Mike Newell sobre este tema, Donnie Brasco, que recogía la historia real de Mike Pistone, un agente del FBI que abandonó a su familia para vivir durante cuatro años infiltrado en la Mafia y que aún hoy día vive oculto con una identidad falsa...que ya es su tercera identidad y que posiblemente sea ya tan real como la primera. Y la estupenda serie The Americans juega ampliamente con esta idea llevándola al territorio de la pareja. Dos jóvenes espías rusos perfectamente entrenados, Elizabeth Y Phillips, son enviados a USA con identidades falsas para que formen una típica familia americana y así puedan hacer sus cosas de espías con una tapadera perfecta. El conflicto se va gestando con el paso de los años: él encaja perfectamente en su identidad americana y va olvidando que su vida familiar es una ficción (comprensiblemente, porque tienen hijos, duermen juntos y llevan un negocio); ella intenta mantenerse firme y recordárselo pero no puede evitar irse enamorando de él. En una escena particularmente intensa ella le dice “¿no te gustaría que nuestra vida fuese real?” lo que resulta un poco absurdo porque sus hijos son reales, el amor que siente por ellos es real y lo que siente por Phillip -aunque no tenga muy claro qué siente- también es real y todo ello suma más realidad que la de muchas parejas “realmente reales” y sin embargo uno entiende su dilema: la entrenaron para no considerar real una vida que se hizo real por sí sola. Lo que sugiero es que la serie -y otras historias de infiltrados- nos cautiva porque bajo sus pelucas falsas y sus micrófonos ocultos discurre un gran tema: nunca nos identificamos al cien por cien con nuestra identidad social (la que ven los demás) porque ninguna identidad puede abarcar nuestra complejidad ni nuestras fantasías de ser otros; por eso todos estamos en cierta medida infiltrados en nuestra vida auténtica.

2 comentarios:

  1. Me surge una cuestión: si dejamos de ser quién somos para vivir representando el papel de otro (infiltrado); realmente, al volver a nuestra vida, entorno... ¿podremos seguir siendo exactamente el mismo?. No lo creo, seremos paradójicamente diferentes.
    Me gusta mucho el final de la entrada. Es original que, ahora que tanta gente se considera con la capacidad de hablar sobre autoconocimiento, autorealización, y sobre como ayudarnos a ser nosotros mismos. Insinúes la posibilidad de que, quizás, todos querríamos probar a ser alguien distinto. Si me lo permites diría, además, que esa muy bien podría ser la razón por la que tanto disfrutamos con las historias, el formato (película, relato, novela...) de las cuales nos da igual porque consiguen que durante un tiempo determinado lo seamos.

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  2. Por cierto, ayer vi por casualidad que "The Americans" se estrenaba en abierto, y por lo pude ver en el primer capítulo es una serie muy acertada.

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