lunes, 4 de marzo de 2013

Personas en la niebla

El caso es que la historia del pobre Nim me llevó a revisar Gorilas en la niebla, la película que rodó Michael Apted en el 88 sobre el trabajo de Dian Fossey con los gorilas de montaña. Al principio pensé que se trata en realidad de una historia sobre el tema del intruso. Ya comenté hace mucho este tema hablando de dos películas argentinas, El hombre de al lado y Un cuento chino. En ellas se trataba el tema del intruso desde dos perspectivas: el intruso benefactor y el intruso destructor. Me pareció muy curiosa la forma en que Gorilas en la niebla combina ambos temas. Dian Fossey fue claramente una “intrusa benefactora” para los gorilas de montaña, una especie abocada a la extinción debido a los cazadores furtivos y a encontrarse su hábitat, el parque de Virunga, entre tres estados africanos muy inestables: Uganda, Ruanda, y la República de Congo. Aunque Dian Fossey no descubrió a los gorilas -el parque existe desde los años 30 del siglo XX- sí llamó la atención sobre ellos de forma muy especial. Al principio sólo le guiaba la ambición científica de conocerlos mejor pero para ello tuvo que desarrollar un método novedoso: ser aceptada como uno más de su grupo, o al menos como alguien muy semejante, lo que le permitió compartir con ellos tantos momentos cotidianos que llegó a conocerlos como a individuos y a desarrollar una especial forma de afecto. Fue de las primeras primatólogas que hablaron con conocimiento de causa de que los grandes simios tienen una vida mental. Aunque la caza furtiva se sigue practicando -el último censo de 2012 arroja una población de sólo 880 gorilas vivos- la barbaridad que supone empieza a ser percibida de forma muy diferente por la comunidad científica y por una parte de la opinión pública: cazar a un gorila es mucho más que expoliar un recurso natural, es matar o secuestrar a alguien que siente de forma muy semejante a como sentimos nosotros. Esto no lo sabríamos sin el trabajo de Dian Fossey y de otras primatólogas. Así que para los gorilas y para los que creemos en que no hace falta viajar a otros planetas para encontrar otras formas de vida inteligente, Fossey fue sin duda una intrusa benefactora. Sin embargo ahora tengo mis dudas acerca de que narrativamente entre en esta categoría porque uno de los aspectos interesantes del tema del intruso benefactor es que no llega con una misión, su acción benéfica tiene algo de inconsciente. El intruso benefactor no viene a liberar a nadie, es su “alteridad”, su extrañeza radical, la que nos ayuda a cambiar. Y por otro lado, un aspecto interesante de la película -y de la propia vida de Dian Fossey- es que no esconde la otra perspectiva: que para mucha gente era una intrusa destructora. Fue a menudo cruel y despótica y llegó a ser acusada de utilizar torturas y métodos violentos para intimidar a los furtivos -algunos de ellos niños-. Para ellos y para todos los que indirectamente se beneficiaban de esa práctica su llegada representaba una amenaza y defendieron su territorio con más furia y astucia que los gorilas. Seguramente fueron ellos quienes acabaron con su vida a machetazos un día de Diciembre de 1985. Su revólver estaba a medio cargar y quedaron muchas señales de lucha en la cabaña. Para alguien que dedicó su vida a desmitificar el comportamiento violento de los gorilas, es una muerte paradójica. Así que me inclino más bien por que la historia de esta científica -en principio idónea para una historia de búsqueda de la verdad- se desarrolla como una narrativa de la tarea del héroe. Es curioso cómo la película narra el encuentro al principio con Louis Leakey, el gran arqueólogo, quien encomienda a Dian su primera “misión” y quien incluso la pone a prueba, de forma iniciática: le pide que se opere de apéndice. Leakey, por su fama y por su porte aparece como un hombre poderoso -el "rey" de los relatos del trabajo del héroe- y cumple claramente una función iniciática. Todo en la vida de Fossey adquiere con la perspectiva del tiempo una dimensión heroico/trágica. Y me pregunto si era esa la narración que se contaba a sí misma. En su libro -del mismo título que la película- explica cuando muere Digit, uno de sus gorilas preferidos al que encontró decapitado en la jungla, que su muerte había sido un acto heroico ya que entregó su vida para que su grupo pudiera salvarse. Dian fue enterrada junto a los cuerpos de otros gorilas, muertos de la misma forma, como una guerrera.
Sí es un relato de liberación sin embargo El origen del planeta de los simios. Aunque parezca una frivolidad mencionar esta película junto a la historia anterior me parece que de alguna forma están conectadas. La larga saga de El planeta de los simios ha pasado por muchas vicisitudes y desde luego ha ido decayendo de forma patética pero me parece que la última remonta el vuelo al dar un interesante giro a la historia: el verdadero protagonista es Cesar, un chimpancé extremadamente inteligente que asume la tarea de liberar a sus semejantes de la opresión humana. Cesar es un héroe espartaquista, un esclavo que rompe primero sus propias cadenas y después las de sus iguales y va con ellos a la guerra contra la tiranía. Un crítico americano (Michael Phillips, en el “Chicago Tribune”) escribió certeramente que la película era un desarrollo fantástico de Proyecto Nim. Curioso.
En resumen: una limitación de la mente humana es que no podemos hablar de nada -y mucho menos de alguien parecido a nosotros- sin contar historias que de alguna forma vuelven siempre a hablar de nosotros.

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