El
caso es que la historia del pobre Nim me llevó a revisar Gorilas
en la niebla, la película que
rodó Michael Apted en el 88 sobre el trabajo de Dian Fossey con los
gorilas de montaña. Al principio pensé que se trata en realidad de
una historia sobre el tema del intruso. Ya comenté hace mucho este
tema hablando de dos películas argentinas, El hombre de al
lado y Un cuento
chino. En ellas se trataba el
tema del intruso desde dos perspectivas: el intruso benefactor y el
intruso destructor. Me pareció muy curiosa la forma en que Gorilas
en la niebla combina ambos
temas. Dian Fossey fue claramente una “intrusa benefactora” para
los gorilas de montaña, una especie abocada a la extinción debido a
los cazadores furtivos y a encontrarse su hábitat, el parque de
Virunga, entre tres estados africanos muy inestables: Uganda, Ruanda,
y la República de Congo. Aunque Dian Fossey no descubrió a los
gorilas -el parque existe desde los años 30 del siglo XX- sí llamó
la atención sobre ellos de forma muy especial. Al principio sólo le
guiaba la ambición científica de conocerlos mejor pero para ello
tuvo que desarrollar un método novedoso: ser aceptada como uno más
de su grupo, o al menos como alguien muy semejante, lo que le
permitió compartir con ellos tantos momentos cotidianos que llegó a
conocerlos como a individuos y a desarrollar una especial forma de
afecto. Fue de las primeras primatólogas que hablaron con
conocimiento de causa de que los grandes simios tienen una vida
mental. Aunque la caza furtiva se sigue practicando -el último censo
de 2012 arroja una población de sólo 880 gorilas vivos- la
barbaridad que supone empieza a ser percibida de forma muy diferente
por la comunidad científica y por una parte de la opinión pública:
cazar a un gorila es mucho más que expoliar un recurso natural, es
matar o secuestrar a alguien que siente de forma muy semejante a como
sentimos nosotros. Esto no lo sabríamos sin el trabajo de Dian
Fossey y de otras primatólogas. Así que para los gorilas y para los
que creemos en que no hace falta viajar a otros planetas para
encontrar otras formas de vida inteligente, Fossey fue sin duda una
intrusa benefactora. Sin embargo ahora tengo mis dudas acerca de que
narrativamente entre en esta categoría porque uno de los aspectos
interesantes del tema del intruso benefactor es que no llega con una
misión, su acción benéfica tiene algo de inconsciente. El intruso
benefactor no viene a liberar a nadie, es su “alteridad”, su
extrañeza radical, la que nos ayuda a cambiar. Y por otro lado, un
aspecto interesante de la película -y de la propia vida de Dian
Fossey- es que no esconde la otra perspectiva: que para mucha gente
era una intrusa destructora. Fue a menudo cruel y despótica y llegó
a ser acusada de utilizar torturas y métodos violentos para
intimidar a los furtivos -algunos de ellos niños-. Para ellos y para
todos los que indirectamente se beneficiaban de esa práctica su
llegada representaba una amenaza y defendieron su territorio con más
furia y astucia que los gorilas. Seguramente fueron ellos quienes
acabaron con su vida a machetazos un día de Diciembre de 1985. Su
revólver estaba a medio cargar y quedaron muchas señales de lucha
en la cabaña. Para alguien que dedicó su vida a desmitificar el
comportamiento violento de los gorilas, es una muerte paradójica.
Así que me inclino más bien por que la historia de esta científica -en principio idónea para una historia de búsqueda de la verdad- se desarrolla como una narrativa de la tarea del
héroe. Es curioso cómo la película narra el encuentro al principio
con Louis Leakey, el gran arqueólogo, quien encomienda a Dian su primera “misión” y
quien incluso la pone a prueba, de forma iniciática: le pide que se
opere de apéndice. Leakey, por su fama y por su porte aparece como
un hombre poderoso -el "rey" de los relatos del trabajo del héroe- y
cumple claramente una función iniciática. Todo en la vida de Fossey
adquiere con la perspectiva del tiempo una dimensión
heroico/trágica. Y me pregunto si era esa la narración que se
contaba a sí misma. En su libro -del mismo título que la película-
explica cuando muere Digit, uno de sus gorilas preferidos al que
encontró decapitado en la jungla, que su muerte había sido un acto
heroico ya que entregó su vida para que su grupo pudiera salvarse.
Dian fue enterrada junto a los cuerpos de otros gorilas, muertos de la
misma forma, como una guerrera.
Sí
es un relato de liberación sin embargo El
origen del planeta de los simios.
Aunque parezca una frivolidad mencionar esta película junto a la
historia anterior me parece que de alguna forma están conectadas. La
larga saga de El
planeta de los simios ha
pasado por muchas vicisitudes y desde luego ha ido decayendo de forma
patética pero me parece que la última remonta el vuelo al dar un
interesante giro a la historia: el verdadero protagonista es Cesar,
un chimpancé extremadamente inteligente que asume la tarea de
liberar a sus semejantes de la opresión humana. Cesar es un héroe
espartaquista, un esclavo que rompe primero sus propias cadenas y
después las de sus iguales y va con ellos a la guerra contra la
tiranía. Un crítico americano (Michael
Phillips, en el “Chicago Tribune”) escribió certeramente que la
película era un desarrollo fantástico de Proyecto
Nim.
Curioso.
En
resumen: una limitación de la mente humana es que no podemos hablar
de nada -y mucho menos de alguien parecido a nosotros- sin contar
historias que de alguna forma vuelven siempre a hablar de nosotros.
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