jueves, 4 de agosto de 2011

Nosotros y los fantasmas

Volví a ver Más allá de la vida, la estupenda película de Clint Eastwood, en una inesperada sesión al aire libre en el Parc de la Mar. Un sitio extraño para ver una película así. Poco antes de empezar se apagan las luces de la Catedral y a partir de ese momento sus oscuros contrafuertes sobresalen tras la pantalla como una presencia familiar y amenazadora. De vez en cuando grupos de gaviotas cruzan el cielo oscuro y parecen pañuelos blancos o pequeños fantasmas voladores. Arrellanado en mi incómoda silla de plástico, rodeado de gente que habla por el móvil y de niños a los que han traído a ver una película adulta como si fuesen al parque, me sumerjo en esta película hipnótica sobre la muerte, que casi había olvidado y descubro un relato magistral. La historia es engañosamente naïf: George es un hombre solitario cargado con el peso de lo que los otros llaman un don y él llama una maldición: cogiendo las manos de las personas puede saber cosas de los seres queridos que han perdido. Su historia se entrecruza con la de Marie Lelay, una sofisticada periodista francesa superviviente de un tsunami y con la de Marcus, un niño que pasa por el duelo de la muerte de su hermano gemelo. Los relatos sobre la muerte nos fascinan porque buscamos en ellos una respuesta para algo que no la tiene. De la misma forma que los personajes de la película que piden -a veces exigen- que George (Matt Damon) les haga una "lectura", les diga algo y hacia los que es difícil no sentir simpatía. Basta con "algo", una palabras, para hacer más llevadero el vacío. Aunque a veces la película parece dirigirse peligrosamente hacia lo parapsicológico o, aun peor, hacia el melodrama sentimentaloide (Ghost) Clint Eastwood es más inteligente que eso y sabe mantenerse en el filo de una pregunta que no permite respuestas. No sabemos si George se comunica realmente con el más allá o solo con la atormentada mente de los supervivientes, no sabemos si Marie y Marcus tienen un contacto con "el otro lado" o solo lo tienen con su pena; porque la película en realidad va de eso, de la culpa del que sobrevive, del peso terrible de haberse salvado por los pelos, de haber sido elegidos para vivir (al menos un poco más) cuando otros han sido elegidos para morir, va de lo que no tuvimos tiempo de decir o de perdonar. No sabemos qué pasa realmente, si hay un túnel y al final una luz o si simplemente, como dice el cínico amigo de Marie: "se apaga la luz, punto final". El viejo Clint no quiere opinar sobre nada de eso. Solo intenta mostrar la imposibilidad de aceptar el hueco que dejan en el mundo los que se van para siempre. Estamos hechos para la vida, para estar a este lado porque seguramente solo hay un lado ("donde estoy yo no está la muerte, donde está la muerte no estoy yo", dice Epicuro) por eso no sabemos cómo dirigirnos a los muertos y nos ponemos en ridículo igual que al hablar con los niños. Por eso tiene un punto divertido el recorrido que hace Marcus en la película por las respuestas que ofrece en Internet el mercado del más allá. Otros cineastas han transitado ese difícil camino. Los que lo han hecho con autenticidad, pienso ahora en el Almodóvar de Volver o en el Apichatpong Weerasethakul de Tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas y, desde luego, en Clint Eastwood, siempre han tomado el camino de los fantasmas para hablar, en realidad, de lo que nos pasa a los vivos, de lo único que podemos hablar.

8 comentarios:

  1. Por un curioso conjunto de casualidades que no corresponden a esta historia,también acudí a ver "Más alla de la vida"al Parc de la Mar.Un entorno inquietantemente perfecto, adornado por un molesto ruido general.La narración sigue un curso interesante al representar,a través de los tres personajes,diferentes procesos relacionados con la muerte.George que vive pero parece saber que quieren decir los muertos,o quizás solo sepa que necesita oír el que se ha quedado,que quisó decir y no tuvó tiempo, perdonar aquello que no pudo.Marie Lelay que esta muy cerca de experimentar la muerte,y cree saber lo que es.Y el dolor de la pérdida con Marcus que niega el hecho,aferrándose a la esperanza de no haberse quedado solo.
    Estoy de acuerdo en que los relatos sobre la muerte fascinan o al menos no dejan indiferente.Las personan miran a la muerte y sienten, sentimos, miedo por sus allegados porque no saben,no sabemos,que es,que hay.Gran parte del cine(no todo)y de la literatura crean historias que presentan la muerte como algo maravilloso (luz,paz...)precisamente para mitigar ese miedo dando respuestas inventadas a unas preguntas que no la tienen; normalmente a través del sentimentalismo,alguna vez a través del terror.Esta peli no.No hay respuestas,no hay creencias,no hay opinión;y eso la hace distinta y cautivadora.Pienso que tienes razón al decir que,Eatswood intenta mostrar la reacción del que se queda:se sienta culpable,o simplemente experimente el vacío,la imposibilidad de vivir sin el que se ha ido;la impotencia de no poder responder al ¿por que no yo?

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  2. Me gusta tu introducción. Me ha lanzado un flash del diecinueve al alzar un momento la vista. Aunque está claro que la silla de plástico y la pantalla gigante a la intemperie son actuales. Tan actuales como el contexto de la peli del viejo Clint (Con tu permiso...) La profunda crisis en la que estamos inmersos y nos hemos ganado a pulso. Y la respuesta natural y social. Caminamos hacia un intenso cambio y estamos atrapados en un gran vacío existencial. Me pregunto qué diría Epicuro si levantara la cabeza. Estamos más muertos que vivos. Nuestro futuro más próximo se encamina en lo esencial a nuestro pasado más remoto, pero ese es un paso que produce incertidumbre en el ser humano cerrado y aferrado a los excesos y a la vida actual. Todo esto lo vamos a seguir viendo en más cine que viene. Y espero que Eastwood sea más atrevido. Como lo ha sido Cameron.

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  3. Caramba C, sí que es coincidencia que hayamos visto la misma película en el mismo sitio. Es verdad, como dices, que los tres personajes tienen una experiencia de la muerte muy diferente, aunque los tres confluyan en un punto. Y ahora que lo dices, las otras experiencias que se cuentan, la chica del curso de cocina, los familiares que piden una lectura, también presentan experiencias muy diferentes, seguramente eso le da a la película parte de su hondura.

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  4. es cierto Calipso, empezar la película por el tsunami nos pone en nuestro sitio, contextualiza la historia, que sin eso podría haber sido solo intimista, en un marco más amplio en el que muchas cosas parecen estar acabando, sobre todo muchas de las certezas de toda una cultura. Espero que nuestro futuro no sea el que describe "The Road", tan real por otro lado, tan aterrador, tan posible. No sé qué diría Epicuro, seguro que algo sensato. ¿A qué te refieres con lo de Cameron?

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  5. Sí.La sorpresa hizó que en mi comentario me olvidará de decir algo:las primeras cinco o seis lineas del tuyo son dignas del inicio de una gran novela.Crean esa sensación.
    Sobre la película:¿como crees que las distintas experiencias consiguen darle profundidad?

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  6. Pues me refiero precisamente a eso. A que después de enseñarnos el presente, si piensa en ofrecernos algo de lo que está por venir, no nos presente una pesadilla, sino un fantástico sueño. Porque caer en la tentación de lo terrorífico, es muy fácil, pero esos sueños hacen más daño. Me refiero a Avatar, que nos da la posibilidad de elegir volver a conectarnos con la naturaleza y por tanto con la vida. Porque además, al conectarnos con la vida, conseguiremos ver la muerte de otra forma menos angustiosa. De todas formas Más allá de la vida, no me terminó de convencer. No sé por qué la entiendo como un trailer alargado.

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  7. Me alegra que seas fan de Avatar, una peli que recibió críticas muy injustas en mi opinión. Sí, el tema de la conexión está presente en la película de Cameron de varias formas: con otro cuerpo, con otras mentes, con la tierra a través del árbol y siempre de formas muy sugerentes. Y que esa conexión da otra perspectiva sobre la muerte...sí, muy interesante

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  8. con lo de la hondura, supongo que me refería a que al tratarse de experiencias muy distintas -la periodista quiere saber, de forma general, si hay historias similares a la suya, el niño solo quiere saber si su hermano está bien, mientras que George por su lado, preferiría no saber nada- el guión consigue que no te identifiques especialmente con uno de ellos y que casi sin darte cuenta, pases de una a otra de esas experiencias aceptándolas todas sin buscar una respuesta facilona

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